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El exceso de preocupaciones había cesado, al menos, hasta fin de mes. Corey se había dado cuenta de que, en realidad, no era lo más beneficioso para él, pues eso le dejaba un margen demasiado amplio a su cabeza para ponerse a pensar. Su mente, ese gran enemigo de todo ser humano - todo ser humano no hedonista, claro está - empezaba de nuevo a asaltarlo con dudas, que posiblemente no fueran ni oportunas ni tan si quiera razonables...pero que sin embargo no podía evitar. Corey era un chico que, si expresaba sus sentimientos, podría llegar a dar miedo ante una mente poco abierta, pero a su vez compensaba ese hecho con una introversión que excedía los  límites de la timidez. Muy pocos podían decir claramente que sabían cómo se encontraba, o sabían qué matices leer entre sus palabras, o incluso cuando no las había, sabían el por qué de su silencio. Una de esas pocas personas era Matt, un viejo amigo que para Corey significaba más que muchos miembros de su propia familia. Era como el hermano que nunca había tenido, pero con la ventaja de no haber tenido los malos rollos de la adolescencia que con tanta frecuencia se tienen entre hermanos.
Había quedado con él para tomarse unas cervezas, pues los exámenes habían terminado, y bueno, porque una de sus filosofías era la de "nunca decirle que no a una rubia." Decidió  bajar al portal y esperarlo mientras se fumaba un cigarrillo. El olor a tabaco impregnó rápidamente sus dedos y su ropa, y a pesar de haberse prometido a sí mismo no volver a fumar, el sabor a ceniza volvía una vez más a sus labios. El humo cargado de nicotina hacía la mayor parte de las veces acallar a su mente, como si las neuronas encargadas de llevar la información de esas y aquellas preguntas se encontrasen súbitamente perdidas en una niebla repentina y se quedasen quietas a esperar que se disipase. El intenso calor de junio, a su vez, ayudaba a la desorientación mental, incrementando la fatiga y haciendo que los únicos pensamientos fuesen sólo de hidratación inmediata.
-¿Otra vez fumando?- preguntó Matt al girar la esquina y encontrarse con Corey.
-Ya sabes lo que digo siempre...es para no pensar básicamente.
-En cuanto lo acabes volverás a pensar. Eso no soluciona problemas, sólo los aplaza.
Corey ya sabía eso, pero si podía aplazar la misma mierda de siempre el tiempo suficiente como para olvidarse de ella, creía que le merecería la pena.
Fueron a su bar de siempre, y dado a que hacía buen tiempo, fuera estaba lleno de gente así que decidieron sentarse dentro. La elección de la mesa fue bastante fácil, sólo había una que estuviera al lado del aire acondicionado. Acompañados de un par de tercios, su conversación empezó con un largo silencio.
-Saltémonos toda la mierda inicial, sé que no me has llamado para tomar unas birras sólamente. ¿Qué te pasa? ¿La cosa con Lara no va bien?
Lara era la novia, si pudiera decirse de algún modo, de Corey. Habían empezado hacía unos meses, pero después de una ruptura por parte de ella, Corey había perdido gran cantidad de la ilusión que había tenido inicialmente. Ella había vuelto con él unas semanas atrás, alegando que se había equivocado, y que debería haber luchado un poco más puesto que Corey aún le importaba un poco. Pero después de una ruptura, Corey ya no se fiaba al cien por cien de sus palabras, amén de que ella tampoco parecía haber cambiado nada en absoluto conforme a la forma de tratarlo.
-Joder, ¿así a pelo, sin pre-eliminares ni nada?- bromeó Corey, intentando quitar importancia y desviar un poco el tema.
Pero Matt lo conocía de sobra, y sabía que tras esa media sonrisa se ocultaba un mar de dudas, pesares e incertidumbres que no debían ni tenían por qué estar ahí.
-¡Dispara ya!
-Pues no sé, tío, como siempre supongo...Me sigo rayando demasiado por cosas que posiblemente me las esté inventando. Sé que estamos en exámenes, bueno ya no, hoy ha sido el último; pero han sido más de cuatro semanas en las que no hemos hablado absolutamente nada, ni un mensaje, ni un whatsup de esos...nada. Sabes tan bien como yo que es bastante orgullosa, y que tiene esa estúpida idea preconcebida que gastan todas las mujeres de que el chico es el que tiene que dar el primer paso para todo, pero aun así...más de cuatro semanas...joder, se supone que es mi novia. Y bueno, ya me conoces, yo soy un chico que necesita mucho cariño si se mete en una relación, y aun así no creo pedir mucho. Un abrazo, un beso...un mínimo de cariño, que se me muestre que no solo soy yo el que aprecia a la otra parte, sino que la otra parte también me aprecia a mí. Pero Lara sigue en el mismo plan, tío. ¿Cómo puede una persona que decide estar contigo mostrar una ausencia absoluta de aprecio?
-Ya te lo dije la primera vez, creo que esa chavala no te conviene, no creo que encageis el uno con el otro; y tú mismo te estás dando tus propias evidencias de ello
-Supongo que en eso consiste el afecto, llamémoslo "enamoramiento", aunque no sea el término correcto en este caso. Pero es eso, tío. Cuatro semanas y pico sin decirnos nada, y que no nos haya importado lo más mínimo, o que podamos vivir con ello...¿se llama eso una relación?
-Evidentemente no. Si te soy sincero, y te duela o no lo voy a ser, creo que ella solo volvió porque tenía remordimientos. Posiblemente comentara con sus amigas...
-Lo hizo - interrumpió Corey - lo sé porque un colega me vino un día diciendo que teníamos una conversación pendiente, e insinuó que era sobre ese tema, y la única forma de que él lo supiera es porque su novia, amiga tambíén de Lara, se lo hubiese contado. Pero sí, sigue.
-Pues eso, que las amigas le habrán dicho que lo hizo mal, y en cuanto se lo dijeron las amigas pues empezó a creérselo, y el remordimiento le hizo volver contigo, para así tener la conciencia tranquila.

(Continuará)

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