Under the rain

Allí estaba yo, con un cigarrillo a medio acabar y con la única compañía del humo que salía de éste. Acababa de terminar todo lo que tenía pendiente, y por primera vez en 5 años, sentía que era libre. Lo único que me ataba a este mundo se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos, y tenía esa sensación de que mi alma al fin trascendía hacía la nada...Era curioso, porque no creía en la existencia del alma, pero en ese momento ya no me importaba. La tarde empezaba a cerrarse con un manto de nubes espesas y tan grises como la ceniza de mi cigarro. "¿Quién habrá incendiado algo en el cielo?" pensé, mientras le daba la última calada al que sería el último...el último de esta noche, por supuesto.
Aparentemente empezaba a llover, al fin el hombre del tiempo había acertado una vez, estaba cansado de volver al mismo sitio bajo la misma predicción y que no se cumpliera. El olor del césped mojado empezó a ganarle terreno al hedor del tabaco. No soportaba el olor del tabaco, y aun así seguía fumando, qué extraña es la vida,¿verdad? Salí de debajo del árbol en el que estaba para dejar que, lentamente, la lluvia empapara mi ropa. Mi cabeza retumbaba con cada gota que se estrellaba en ella, como martillos sobre un yunque, intentando avisarme de que me largara de allí. Esa noche no. No quería dejar aquel lugar, que tantos sueños me había dado. La primera lesión jugando al fútbol, la primera cerveza con mis amigos, el primer beso del primer amor...el primer pedazo de un corazón roto...
No sabría explicar cómo, pero aquel lugar estaba lleno de mí, y sentía que yo estaba lleno de aquel lugar. Había visto mundo, no tanto como el que quisiera - todavía me quedaba por ver Japón - pero ya poco importaba. En todos los sitios que estuve, siempre era éste el que venía a mi mente. Intentaba alejarme de él, pero mientras más lejos iba, más fuerte aparecía en mi cabeza. Siempre había buscado el sitio al que pertenecía, cuando de sobra sabía que no estaba en ninguna parte. Siempre buscaba a esa persona que me hiciera pertenecer a algo, a algún lugar...a pesar de que sabía que tampoco la encontraría nunca. Había reflexionado sobre el sentido de la vida más que cualquier ser viviente con capacidad para ello, pero ni con eso me había servido para encontrarlo.
Había tenido una vida envidiable. Unos padres que me habían dado todo lo que me había faltado sin llegar al extremo de mimado. Había tenido amigos a los que había considerado hermanos, amigos envidiables que hubieran hecho cualquier cosa por mí si lo hubiera pedido, y me sentía increíblemente afortunado de poder usar más de tres dedos para poder contarlos - cosa que muy pocos en este mundo tienen el privilegio de poder hacer. Había experimentado lo que es el verdadero amor...al igual que sabía de sobra lo que significaba el verdadero significado de las palabras "corazón roto". Había reído tanto como había llorado. Lo que viene siendo una vida encomiable. Entonces...¿por qué coño estaba tan triste? ¿por qué cojones sentía que no quería vivir, que mi vida no tenía sentido?
Estuve dos horas y trece minutos bajo la lluvia esperando una respuesta que sabía que no iba a venir, porque sabía que no existía. Tenía el cuerpo calado hasta los huesos y corazón bombeaba incesante sangre suficiente para mantener el calor corporal...aunque también latía rápido porque sabía que eran sus últimos momentos. Dicen que solo uno mismo es el dueño de su vida, pero cuando hablas de lo que hacer con ella, la gente te mira como a un loco, te grita, te insulta, se escandaliza y se levanta de donde esté para largarse y no volverte a escuchar más. ¿Es mi vida no, por qué te escandalizas cuando te digo lo que voy a hacer con ella en vez de aprovechar el que puede ser el último momento que tengas conmigo? Han habido incluso los que me han dicho que mi vida no me pertenece...que pertenece al "creador"... Bueno, mi madre está muerta...lo está desde hace dos años y tres meses, así que en teoría, ya no le pertenece a nadie.
Había mentido. Ese no sería mi último cigarrillo de esta noche. Saqué otro del paquete, lo apoyé en mis labios mientras con una mano lo encubría de la lluvia, que caía como si fuera el fin del mundo, y lo encendí con la otra. El humo llenaba mis pulmones como una estampida con la primera calada. La nota estaba preparada, envuelta en un plástico para que la tinta no se diluyera. En el revólver tan solo había una bala¿para qué iba a gastar más dinero si no podría usar más de una? Era gracioso que mi último pensamiento fuera que soy un rata con el dinero. Di una calada más...y apreté el gatillo. No sabría decir si lo último que sentí fue el humo escapando de mis pulmones, o las gotas de lluvia golpeando mi rostro mientras caía lentamente al suelo.
El cigarrillo empezó a mojarse rápidamente, su cabeza incandescente se apagaba por última vez, mientras de mis pulmones seguía saliendo lentamente el humo restante de mi última calada. Al final me había convertido en un cigarrillo, que se apagaba bajo la lluvia...